San Martín de Tours, el guardián de Belchite desde la Edad Media

El municipio zaragozano celebra cada 11 de noviembre la fiesta en honor a su patrón, cuya devoción en tierras belchitanas se remonta a la Reconquista. Una veneración que queda reflejada en el templo de estilo mudéjar dedicado al santo que se levantó en el pueblo viejo y que sigue siendo uno de sus rincones más imponentes. Y haciendo suyo el refrán de que ‘a cada cerdo le llega su San Martín’, este año, Belchite festeja este día recuperando el tradicional ‘mondongo’

San Martín de Tours custodia Belchite desde tiempos de la Reconquista. Sin embargo, no todo el mundo conoce el origen de esta devoción. Soldado romano y participante en numerosas batallas, el patrón del municipio zaragozano decidió un día dejar las armas y convertirse al cristianismo. Conocido por su bondad inagotable con los necesitados, fue el fundador del primer monasterio de Occidente y el santo más venerado en la Edad Media. También en Belchite, de cuya admiración ya hay vestigios en el siglo XII, llegada de manos de los Cátaros, durante su participación en la Campaña de Zaragoza junto con Alfonso I El Batallador.

Sin embargo, no fue hasta el siglo XIV cuando se comenzó a levantar un templo en honor a ese santo que acercaron a Belchite aquellos caballeros del sur de Francia y que, a día de hoy, es el edificio más característico del pueblo viejo. De estilo gótico-mudéjar, la iglesia de San Martín de Tours es, probablemente, la construcción de mayor calidad artística de Belchite. Levantada en un principio como iglesia de nave única, con ábside poligonal mudéjar y con unos peculiares contrafuertes (típicos de la provincia de Teruel), es una mezcla de estilos que van desde el siglo XIV, pasando por la transformación del siglo XVI (momento en que se recreció la nave con una galería de arquillos típica del estilo renacentista aragonés, cubierta por bóveda estrellada), hasta la realización de las capillas laterales en la época barroca y de la fachada monumental en el XVIII. Y todo ello, usando como material principal el ladrillo.

Pero si hay un elemento que sigue destacando -tanto por su decoración, como por la estructura interior de alminar almohade- es su impresionante torre mudéjar. Inconfundible desde lo lejos, su silueta domina las ruinas del pueblo viejo y constituye uno de los rincones más emblemáticos de este emplazamiento. Lo mismo que la iglesia parroquial en el pueblo nuevo de Belchite, en la que se mantiene la devoción por un santo que vela por el municipio zaragozano desde la Edad Media.

Y para honrarlo en su día, el Ayuntamiento de Belchite ha preparado una celebración especial. Haciendo suyo el conocido refrán de que a cada cerdo le llega su San Martín, el consistorio belchitano ha querido recuperar una tradición de gran arraigo en el medio rural aragonés: el mondongo. Todo el que quiera preparar morcillas, bolas, chorizo o longaniza como lo hacían nuestros abuelos, sólo tiene que pasarse por el antiguo garaje de autobuses el sábado, 12 de noviembre, a partir de las 17 horas. Y por la noche, para continuar la fiesta, todos a bailar al ritmo de la discomóvil. En definitiva, un día para disfrutar de la tradición y de la fiesta.