“Huellas de la Guerra Civil” que complementan la visita al Pueblo Viejo
La nueva ruta, que recorre antiguas trincheras, galerías subterráneas, refugios y otras fortificaciones, y las ruinas de la Villa histórica de Belchite permiten al visitante viajar hasta el verano de 1937 y descubrir cómo fue la vida en aquellos días
Puestos defensivos, trincheras, campos de refugiados, galerías subterráneas y un campo de aviación, entre otros testimonios, son protagonistas de la nueva ruta “Huellas de la Guerra Civil”, que se puede visitar en la Comarca de Belchite, con la ayuda de diez paneles interpretativos, así como numerosas flechas y balizas para el seguimiento de los recorridos, que se pueden realizar por libre o de forma guiada “a la carta”.
Para amantes del aire libre, el turismo activo y el patrimonio histórico, esta interesante ruta permite conocer en detalle la cruenta Batalla de Belchite, que entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937 protagonizó uno de los combates más duros de la Guerra Civil española. Catorce días de horror que dejaron cinco mil muertos y un pueblo arrasado que, 80 años después, se erige como todo un museo al aire libre de recuerdos del pasado que representan la transmisión de un mensaje de paz.
Ahora, las visitas a las ruinas del Pueblo Viejo de Belchite se pueden combinar con otras huellas de la contienda, en buen estado de conservación, y que se extienden por otros municipios, como Fuendetodos, Azuara, Codo y Plenas. Los recorridos señalizados permiten al viajero explorar los entornos en los que la Guerra Civil dejó su huella antes, durante y después de este histórico enfrentamiento.
Entre posiciones defensivas y de vigilancia
La ruta “Huellas de la Guerra Civil” discurre por enclaves tan estratégicos como el Mojón del Lobo, un paraje elevado con varias galerías subterráneas, que todavía hoy se conservan, desde las que la artillería republicana bombardeó Belchite en agosto de 1937. Sus cuatro bocas, ubicadas en puntos estratégicos, sirvieron de ubicación y protección a los cañones, ofreciendo una nítida visión sobre un radio de varios kilómetros en el que nada ni nadie podía ocultarse.
Otro punto de gran interés en la ruta son las ruinas de la Ermita del Calvario. Si bien inicialmente fue un emplazamiento defensivo, acabó siendo tomada por los soldados republicanos y utilizada como posición de ataque. En sus paredes, todavía pueden verse las troneras abiertas para vigilar y asediar a los defensores de Belchite. Por otra parte, en las ruinas del Seminario Menor, defendido por los requetés aragoneses del Tercio de los Almogávares, hoy conviven los restos eclesiásticos del siglo XVIII con las marcas nítidas de artillería.
El paso de tropas internacionales también ha dejado su rastro. La Brigada Lincoln, integrada en su mayoría por voluntarios procedentes de Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido, soportó el bombardeo de los Junkers alemanes y 95 minutos de fuego de artillería en el Santuario de Nuestra Señora del Pueyo. Fue en la primavera de 1938. Las trincheras que rodean los edificios monumentales del santuario son un testigo mudo de aquellos días.
Otro punto que merece especial atención en la ruta de las Huellas de la Guerra es “Rusia”, como se conoce popularmente al campo de refugiados en el que se alojó a las familias de ideología izquierdista que perdieron sus casas durante la batalla de Belchite. Se trata de un poblado de 15 barracones idénticos en forma y tamaño levantados al finalizar la contienda.
Objetos cotidianos que nos trasladan a 1937
La Paridera del Saso, que contaba con las posiciones defensivas más modernas y mejor dotadas de la zona, es uno de los puntos en los que se puede conocer con bastante exactitud cómo fue la vida en las trincheras durante el verano de 1937, gracias a los numerosos restos arqueológicos allí encontrados. Este antiguo corral de ganado está rodeado de defensas antiataque, refugios antigás y un nido blindado de ametralladoras en buen estado de conservación. Fueron construidos por los soldados franquistas antes de la batalla y tomados por los republicanos al poco de iniciar los combates. Aquí es donde se concentra la mayor densidad de hallazgos de objetos cotidianos utilizados en aquellos días de guerra, que hoy nos permiten conocer el día a día de los combatientes.
Huesos, latas, vidrios, botones, monedas y medicinas, entre otros vestigios, nos cuentan detalles como que la parte más alejada de la puerta se utilizó con toda probabilidad para dormir y descansar, mientras que la vida se hacía en la parte central de este antiguo corral. La paridera estaba rodeada de una trinchera que comunicaba con las galerías de tiro al norte y el fortín al sur, así como con refugios antibombardeo. Al tratarse de una posición estable muy cercana a una población aparecen muy pocas latas de comida (dos de sardinas y seis de leche condesada), lo que hace pensar que no se cocinaba en la paridera, sino en el pueblo. Además, todo apunta a que la dieta de los soldados aquí era bastante buena, ya que se han encontrado restos de algún guiso o caldo, de congrio y hasta de mejillones. Los restos de varios garrafones y botellas de vino y de botellas de jerez, brandy y cerveza atestiguan asimismo que la bebida no faltaba.
Otras localizaciones de la nueva ruta se encuentran en los alrededores de Fuendetodos, localidad que formó durante buena parte de la guerra el saliente republicano más expuesto al frente. Para su defensa se establecieron trincheras y fortificaciones en la conocida como sierra Gorda y otros montes adyacentes, que se pueden encontrar a 3 kilómetros de la localidad natal de Francisco de Goya. La zona sur de la comarca también guarda escenarios relevantes, como es el caso de Plenas, donde se construyó en 1937 un aeródromo sobre campos de cultivo. Nunca llegó a albergar ninguna escuadrilla, solo contó con un aterrizaje y hoy en día ha recuperado su antiguo uso agrícola.
Visita por libre o ‘a la carta’
Con la nueva ruta ‘Huellas de la Guerra Civil’, una iniciativa promovida por la Comarca de Belchite y los ayuntamientos de Belchite y Fuendetodos, se han señalizado lugares interesantes para el viajero que demanda turismo activo y patrimonio histórico, al tiempo que se han instalado balizas de seguimiento en los accesos desde las carreteras principales. Las ‘huellas’ señalizadas son diez, que se pueden visualizar en su conjunto en los paneles generales instalados en Belchite y Fuendetodos. Hasta ahora este tipo de información y explicaciones era inexistente.
Los recorridos pueden realizarse por libre o de manera guiada, y puede ampliarse con rutas por los parajes naturales de la comarca, como el entorno del río Aguasvivas. Para concretar visitas guiadas hay que contactar a través del correo electrónico huellasguerracivil@gmail.com o del teléfono 669 094 303. Las visitas están planteadas con un formato ‘a la carta’, en función de las posiciones que se quieran recorrer, el tiempo del que se disponga, la climatología, la época del año… El precio es de 10 euros por adulto y de 5 euros para niños hasta 12 años.