Un edén productor de oro líquido en medio del desierto

De arraigada tradición olivarera, la tierra de Belchite alberga el mayor bosque de olivos de Aragón. Miles de estos árboles –la mayoría centenarios- dibujan una densa mancha verde de más de 700 hectáreas que destaca sobre la estampa desértica de la Estepa belchitana. Su bello paisaje es un regalo. Pero todavía lo es más el fruto de sus frutos: un aceite de oliva con denominación de origen con unas cualidades muy especiales.

Llega el frío y, con él, el momento de recolectar el esfuerzo del último año. La escarcha y las heladas pueden hacer más duro el trabajo. Pero no tanto como antes, cuando el vareo -consistente en golpear y agitar las ramas del olivo con unas varas largas para hacer caer la aceituna- era el método principal de recolección. Y aunque las técnicas de recogida han mejorado notablemente y es difícil encontrar a alguien vareando, lo que se mantiene imperturbable es su antigua tradición olivarera, en la que las almazaras de Molino Alfonso, de Jaime y de la Cooperativa San Martín se convierten en punto de encuentro para muchos vecinos de Belchite, que se acercan a ellas a llevar su cosecha.

El resultado final es un auténtico tesoro: un oro líquido, que es una de las señas de identidad de la despensa de la zona. Y es que el aceite de oliva empeltre de Belchite tiene unas cualidades especiales que lo hacen diferente a otros. En boca, su sabor es dulce y tiene ligeros toques de manzana y almendra. En nariz, es afrutado y recuerda a la fragancia del olivo. Y a la vista, muestra un color repleto de matices que van desde el amarillo dorado al oro viejo.

Por su agradable y suave sabor, es una combinación perfecta para platos con sabores poco intensos, como pescados a la plancha o al horno, verduras o salsas. Y es que un chorrito de este aceite intensifica y potencia el sabor de todos estos platos.

Todos aquellos que quieran adentrarse en la tradición olivarera de Belchite, pueden comenzar por realizar la Ruta del Olivar y conocer, así, su proveedor principal de aceituna: su bosque de olivos, el mayor de Aragón, y en el que se pueden contemplar ejemplares centenarios de importantes dimensiones. Y para saber cómo llegan esas aceitunas a convertirse en aceite, lo mejor es acercarse a una almazara, como la de Molino Alfonso, que organiza visitas para conocer todo el proceso de elaboración, así como catas y talleres. Y para concluir con un buen sabor de boca, que mejor manera de hacerlo que saboreando este delicioso producto en la gastronomía de la zona o adquiriendo una muestra en alguno de los establecimientos o cooperativas de la zona.